Crónica de la 16

FECHA 16 (Por El asesor Pirincho)

Entre rumores inquietantes de arrepentidos, planillas misteriosas y bolsos que van y vienen, se preparaba la fecha 16 del PFE mientras este cronista atravesaba un tráfico imposible para llegar a tiempo a la cancha 1. Comprobando con alivio que el frío daba por fin un respiro, alcanzó a presenciar el choque entre una Colombia diezmada y un ascendente Uruguay. Con un Almada desconocido, que cada dos minutos emigraba al mejor estilo Gatti para armar jugadas en el arco rival, el regreso del monolítico Sixto y un Poggi incansable, los cafeteros salieron con todo pero pronto se vieron superados. Con un sólido Morales al arco, los charrúas armaron un cuadrado por momentos efectivo y por momentos caótico entre Scher, Pereira, Pensi y el goleador JP Pellegrini. En el segundo tiempo los colombianos lograron emparejar por un rato las acciones, pero cuando finalmente lograron ordenarse los celestes impusieron su mayor volumen de juego y contragolpearon con eficacia hasta doblegar finalmente a su rival.

Llegaba a continuación el prime time con el esperado cotejo entre Rusia y Arabia Saudita. Ante la promesa de buen fútbol se congregaban los espectadores: desde el entrañable Richard Muro hasta otros malintencionados que auguraban la derrota árabe –así, por ejemplo, este cronista observó la forma artera en que el breve golero croata intentó desconcentrar y mufar a su colega saudí. Esperando el silbato de Claudio, los equipos se dispusieron. Con el albo Montu diagramando el catenaccio, “Pañuelo” Maleplate manejando los hilos en el fondo y el “Cata” Escudero y “Lalas” Martínez Wagner custodiando las bandas, los rusos apostaron a un sacrificado orden táctico buscando el pelotazo salvador y los contragolpes supersónicos del escueto “Pedicure” Tremonti. Con un libreto más ofensivo en teoría, Arabia desplegaba a su capitán en la meta, a Patricio “goleador” Schmidt y Diego “blue jean” Cybulka en la zaga, Van der Heyden al medio y Pancho Amieiro en la ofensiva.

Salió un partido con una buena dosis de estrategia pero a la vez limpio, dinámico y sin faltas. En un principio el trámite pareció darles la razón a los agoreros, porque los saudíes entraron dormidos a la cancha: los pases iban diez centímetros adelante, diez centímetros atrás, y a las jugadas les faltaban siempre cinco para el peso. Los rusos, en cambio, recularon sobre Montu, se amontonaron al fondo como en la larga noche de Siberia y buscaban rápido a Tremonti, que hizo un primer tiempo excelente picando, desmarcándose y (raro en él) hasta aprovechando algún fallo del guardameta rival. Así las cosas el equipo rojo llegó a estar 4-2 en el marcador, y todo parecía indicar que el panorama se ensombrecía para los saudíes. Pero a pesar de los errores éstos insistieron en su juego con serenidad y confianza absolutas: se adelantaron en el campo, anticiparon, Van der Heyden comenzó a hacer magia, Amieiro lució su clase en las definiciones y Schmidt y “Cafú” Cybulka lastimaron en las proyecciones ofensivas, dando vuelta el marcador 5-4 a su favor.

En el segundo tiempo la tendencia se acentuó. Con la entrada de Chaud los rusos se replegaron todavía más para contener el vendaval, aunque sin encontrar ya claridad para el contragolpe: aislado, como Latorre, Tremonti quedó solo en la punta. El equipo saudí mantuvo la presión ofensiva con la entrada del aplicado “Cacho” Grassi, Amieiro encontró espacios para seguir marcando diferencias y poco a poco Van der Heyden se volvió literalmente imparable. Se multiplicaron las paredes y los toques en velocidad, los goles fueron cayendo uno tras otro y un par de tardíos tantos rusos no lograron alterar el marcador, que finalizó 9-6 a favor de Arabia.

Mientras el tercer turno ofrecía un durísimo 4-4 entre nigerianos y franceses, y a dos metros de sus compañeros el “Peluca” Arnaiz preguntaba en qué cancha le tocaba jugar, llegó un furibundo télex desde Riad con los jeques pidiendo la cabeza del golero saudí por haberle dejado hacer tres goles a Tremonti, que no mojaba así desde sexto grado. Tras la oportuna intercesión del entrenador y la solemne promesa de que semejante ignominia no volverá a ocurrir, el implorante golero obtuvo el perdón real, que el plantel no tardó en celebrar en La Continental mientras la televisión traía las últimas noticias: mientras Croacia se encamina inexorablemente al título, en este país aparecen cada día más bolsos y más escritorios.